domingo, 6 de junio de 2010

TERCERA EDAD


Todos somos conscientes del envejecimiento que está teniendo lugar en la población, y todos tenemos cerca a personas mayores, pero ¿realmente conocemos a este sector de la población? a continuación uniré las exposiciones de los días 6 de Abril y 25 de Mayo, para antender a este interrogante, haciendo uso también de los conocimientos adquiridos en la asignatura de Psicología de la vejez, para tratar este ámbito de forma más global.


En primer lugar hay que hacer referencia a las diferentes formas que hay para designar a este grupo; así, podemos hablar de viejos, personas mayores, ancianos, o de tercera edad. Es cierto que este concepto ha ido evolucionando, utilizándose en distintas etapas distintos términos, pero personalmente considero que el término que se utilice carece de importancia, pues no creo que la gente sepa lo que lleva detrás cada palabra. Además para mí, por ejemplo la palabra "viejo" no implica nada negativo; que algo sea viejo no es malo. Creo que se le atribuye ese carácter negativo precisamente porque se asocia a las personas mayores, pero no por la palabra en sí. Por tanto, el error creo que está en la imagen que hay de los mayores.


De este modo, entramos en el mundo de los estereotipos existentes en torno a la tercera edad, o lo que es lo mismo, en el "viejismo", que se entiende como el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a los ancianos simplemente en función de su edad. Efectivamente, se asocia a la tercera edad con enfermedad, incapacidad, improductividad, desapego, inactividad,etc., lo que no supone otra cosa más que una generalización.


Pero el problema no se queda ahí, sino que tiene una serie de consecuencias. en primer lugar, la sociedad margina a los ancianos, es decir, aparece la discriminación basada en las ideas anteriores. Por otro lado, se produce un predominio de la atención de tipo asistencialista, que no hace otra cosa que prolongar la misma situación social y personal del mayor. Y por último, se genera la gerontofobia, es decir, dado el trato que se les da, crece en la población el temor hacia la vejez. Si observamos todo esto, vemos que la raíz de la amrginación de la tercera edad se encuentra en los prejuicios existentes en la sociedad, y por tanto, en el desconocimiento de nuestros mayores.


Para rebatir estos estereotipos, me gustaría señalar que un cambio en el estado físico o mental de una persona, no es sinónimo de problema; es decir, una alteración no conlleva necesariamente una enfermedad. De este modo no considero que los ancianos estén incapacitados; no creo que no sean capaces de hacer cosas, sino que lo hacen con más lentitud o de un modo diferente. Que tengan limitaciones no implica que dependan de los demás.


Y aquí es donde creo que deben incidir en primer lugar los Educadores Sociales; creo que la base de una mejora de la situación de los mayores es la idea de envejecimiento activo. Éste, también llamado envejecimiento competente, satisfactorio o saludable, frente al asistencialismo, se centra en una imagen positiva d elos ancianos, que ve la vejez como una etapa llena de nuevas oportunidades que vivir y experiencias que reorientar hacia la calidad de vida. Así, por ejemplo, la jubilación en lugar de verse como la entrada en la monotonía de una vida vacía, o la pérdida de productividad, se entendería como un periodo lleno de nuevas psibilidades y actividades con las que ocupar el tiempo libre.


Creo que el Educador Social adquiere un papel fundamental dentro del envejecimiento competente, tanto trabajando con los propios ancianos como con la sociedad. Por un lado, es importante acabar con los estereotipos que condicionan el trato hacia la tercera edad. En este sentido veo muy útil, además de charlas o cursos formativos, la realización de actividades intergeneracionales, como las llevadas a cabo en la asociación CONFEMAC, pues supone un modo de conocimiento real de la tercera edad por parte de los grupos de menor edad, lo que acabaría con los prejuicios, y por otor lado posibilita el intercambio de experiencias, valores, historias, etc., fomentando así el acercamiento entre dos realidades que a menudo parecen separadas. Todo esto ayudaría a acabar con esa sobreprotección que a mi modo de ver sale de forma automática en cuanto nos encontramos ante un anciano; un claro ejemplo se produce cuando una persona mayor entra en el autobús y te levantas para que se siente, cuando realmente puede estar de pie perfectamente.


Por otro lado, y siguiendo con lo anterior, el Educador Social debe actuar de forma directa con la población anciana, donde creo que tiene diversas funciones. En primer lugar, debe impulsar el envejecimiento activo en los mayores, a través de la promoción de la salud; de actividades culturales, como charlas, guías culturales...; animación sociocultural; actividades deportivas; y también el acceso al mundo de la informática, como hace el Aula Abierta. Además, veo muy importante el fomento del asociacionismo entre lso ancianos.


Considero que a través de todo esto se conseguiría por un lado, uno de los fines del envejecimiento activo, la integración de la tercera edad como una parte más de la sociedad y la participación igualitaria dentro de la misma; y por otro lado, el objetivo principal de la Educación Social, el fomento de la autonomía, es decir, ayudar a los ancianos a ser conscientes de su protagonismo dentro de la sociedad, para que ellos mismos a través de los recursos, sepan actuar de forma independiente.


Quiero acabar esta entrada añadiendo algunos vídeos representativos del envejecimiento activo:
















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